Stasiuk me lleva hasta una Europa que ignoro, un territorio a la vez descomunal y mugriento: con él atravieso carreteras que van hacia los Cárpatos, hacia pueblos remotos de Polonia, Hungría o Eslovaquia, hacia los establos, los tanques oxidados y las naciones del olvido, hacia la niebla de Tyrawa, hacia valles que ocultan otra época y bares donde los gitanos beben aguardiente de ciruela. La vida va con él, tentadora y embarrada, con su mezcla de porquería y maravilla.
Viajo con Andrzej Stasiuk, con su libro De camino a Babadag.
Pero me detengo y levanto los ojos del libro: aún estoy aquí, no he conseguido escapar. Voy a la terraza, apoyo las manos en el murete, y ahí está otra vez, como siempre estuvo, esperándome, el mismo barrio achatado con sus farolas de luz amarillenta como altos y encorvados vigilantes. El calor corta la carne blanda de la noche con su navaja invisible. Más allá del barrio veo la autopista, con su perpetuo vaivén de luces blancas y rojas. Es un espectáculo mudo para mí, que estoy demasiado lejos para escuchar su estruendo. Luego viene el océano, sus barrotes invisibles, su oscura nana. Y en mitad del océano, entre las sombras, un diminuto punto de luz marca la posición de un buque mercante, en rumbo quizá hacia los mares del sur.
Sin embargo mis barcos y mis aviones están aquí, a mi alrededor, todos encuadernados y en posición. Sólo ellos me soportan y me entienden. Sólo ellos siguen siendo fieles a mi locura.
No merezco este paisaje porque no sé amarlo sin queja.
Sólo sé que estos perros que ladran en el barrio cada noche también ladran por nosotros. De alguna forma todos ladramos en silencio cada noche con ellos, y todos somos un perro encerrado en la azotea de una casa, y no existe nadie (tampoco los pájaros, los insectos o las personas) que pueda entendernos.
Viajo con Andrzej Stasiuk, con su libro De camino a Babadag.
Pero me detengo y levanto los ojos del libro: aún estoy aquí, no he conseguido escapar. Voy a la terraza, apoyo las manos en el murete, y ahí está otra vez, como siempre estuvo, esperándome, el mismo barrio achatado con sus farolas de luz amarillenta como altos y encorvados vigilantes. El calor corta la carne blanda de la noche con su navaja invisible. Más allá del barrio veo la autopista, con su perpetuo vaivén de luces blancas y rojas. Es un espectáculo mudo para mí, que estoy demasiado lejos para escuchar su estruendo. Luego viene el océano, sus barrotes invisibles, su oscura nana. Y en mitad del océano, entre las sombras, un diminuto punto de luz marca la posición de un buque mercante, en rumbo quizá hacia los mares del sur.
Sin embargo mis barcos y mis aviones están aquí, a mi alrededor, todos encuadernados y en posición. Sólo ellos me soportan y me entienden. Sólo ellos siguen siendo fieles a mi locura.
No merezco este paisaje porque no sé amarlo sin queja.
Sólo sé que estos perros que ladran en el barrio cada noche también ladran por nosotros. De alguna forma todos ladramos en silencio cada noche con ellos, y todos somos un perro encerrado en la azotea de una casa, y no existe nadie (tampoco los pájaros, los insectos o las personas) que pueda entendernos.
No sé,se me viene a la cabeza:viendo hoy un documental acerca de delfines,rescataron unos delfines del lecho de la muerte en aguas lejanas a su nacimiento.Les mantuvieron a salvo entre redes que acotaban un trozo de mar cálido.Al final saben que lo mejor es soltar a los delfines mar abierto para que recobren su vida y reencuentren su camino,no siempre sale bien.Acotaron tres de los delfines del redil,les pusieron en un trocito de mar contiguo a sus compañeros de entonces.Uno de los tres delfines,decidió morir dos días antes de su liberación,no queria la libertad que le obligaba a separarse del resto del grupo,tal es la dependencia y el grado de amor entre ellos,y de ellos hacia nosotros.Tú,Bruno,al igual que el resto de mortales perteneces a esa especie que en algún momento,tienen necesidad de asociarse,así que,aparte de tus libros(algo que me parece una virtud,una cualidad excelsa)también te asocias al resto de mortales,con la escritura,con el sentido de tu escritura,de variadas y múltiples formas,y eso,te define como humano,pese a todo,una gran cualidad.Y yo,hablo sólo por mí,estaré aquí atenta a tu comunicación que no siempre soy capaz de entender pero que lo intento,y a tus inmejorables sugerencias respecto a las lecturas,éste de hoy,me parece interesante.
ResponderEliminarUn cálido abrazo!
Aún estoy aquí,no he conseguido escapar-esta frase me ronda desde esta tarde,de qué? escapar de qué?de ti mismo?y no consigo comprender cómo alguien que ayuda a escapar a los demás es incapaz de escapar,pero entonces me percato que son sólo unos Argumentos en busca de Autor,y dejo de darle vueltas,me digo,sólo es un personaje atrapado en sí mismo,y me voy como más relajada.Algún día tengo que ir a conocer Tenerife!
ResponderEliminarde los mejorcito que leo en estos blog. esta muy bueno eso de saltar del libro al presente, que en su momento tambien será libro.
ResponderEliminarLindo y oscuro, oscurolindo. saludos
Qué raro se leen los comentarios desde la distancia, el paso del tiempo, y desde una mueva perspectiva. He encargado esta tarde El hombre encuadernado, supongo que en una semana llegará. También me hice con algunos para el fin de semana y la que viene,Creta Lateral Travelling de Mallo,Singularidades de Mora, Poesía a Contratiempo y Fuera de mí de Marzal y el tercero de H.Arendt, La tradición oculta y sanseacabó,jajaja.
ResponderEliminarPor cierto mi mail no funciona, a ver si mañana me lo arregla el papá de Gorka que otra cosa no pero de ordenadores sabe un rato.