Vite in 140 caratteri / Andrea Maggiolo




La literatura surge en cualquier lugar y bajo cualquier condición. Andrea Maggiolo aceptó los 140 caracteres como premisa y decidió convertirlos en una secuencia de fotografías verbales. Esas vidas fotografiadas a veces quieren ser una biografía resuelta en un parpadeo, un gesto que resume una obsesión o una persecución que nos explica a todos. Otras veces surgen a la sombra de una noticia, como un comentario que ha encontrado un rostro donde encarnarse. No son microrrelatos, tampoco aforismos. Quizá sean espejos de nuestro tiempo. 

La página donde se puede seguir el rastro de esas vidas es Micronarrativa (vite in 140 caratteri). También se ha publicado un ebook, editado por Libellula Edizioni, con dibujos de Riccardo Guasco.


Vera, modella che spopola negli USA, vive all’ultimo piano di un grattacielo. Al suo villaggio ucraino solo la chiesa era più alta degli alberi. 

Vera, modelo que triunfa en los USA, vive en la última planta de un rascacielos. En su aldea ucraniana solo la iglesia era más alta que los árboles. 


Fuma 17 sigarette al giorno, Riccardo, guardia giurata. Mai di più, mai di meno. 17 come gli incontri di pugilato che ha vinto in gioventù.

Fuma 17 cigarrillos al día, Riccardo, guardia de seguridad. Nunca más, nunca menos. 17 como los encuentros de boxeo que ganó en su juventud. 


Igor, barista logorroico del paese, parlava di tutto con tutti: politica, calcio, energie rinnovabili. Si è impiccato nel silenzio di una stalla. 

Igor, camarero logorreico del pueblo, hablaba de todo con todos: política, fútbol, energías renovables. Se ha colgado en el silencio de un establo. 


A è uno scrittore famoso. Radio, tv: è ovunque. Ma per lavorare ai suoi racconti ha bisogno del cielo silenzioso dell’Arizona, dove è nato. 

A es un escritor famoso. Radio, televisión: está en todas partes. Sin embargo para trabajar en sus relatos necesita el cielo silencioso de Arizona, donde nació. 


A 18 anni in Vietnam Herb ha visto cose che gli han seccato il cuore. Ora vive nella periferia di Seattle. Solo. Dorme con la luce accesa. 

En 18 años en Vietnam Herb ha visto cosas que le han secado el corazón. Ahora vive en la periferia de Seattle. Solo. Duerme con la luz encendida. 


Il ghiaccio sotto le scarpe scricchiola come pane carasau. Ezio maledice il giorno in cui lasciò la Sardegna per fare il dog-sitter a Londra.

El hielo cruje bajo los zapatos como pan carasau. Ezio maldice el día en que dejó Cerdeña para ser un paseador de perros en Londres. 


Gira per le periferie delle metropoli sudamericane, di notte. Jan, fotografo svedese, ritrae quel mondo nascosto, scuro, pericoloso. Vivo.

Recorre de noche la periferia de las metrópolis sudamericanas. Jan, fotógrafo sueco, reproduce ese mundo escondido, oscuro, peligroso. Vivo. 


Enea, pescatori di Lampedusa, incrociava barconi pieni di immigrati, di notte. Non ne vede più. Ma han detto in tv que quella gente muore ancora.

Enea, pescador de Lampedusa, veía de noche cruzar cayucos llenos de inmigrantes. Ahora no ve más. Pero han dicho en la televisión que esa gente muere todavía.


Alex ha vissuto in affitto per 17 anni, in 3 continenti. Ieri si è accollato un mutuo di 30 anni. Un monolocale a Trastevere. Torna all’ovile.

Álex ha vivido de alquiler 17 años en tres continentes. Ayer se ha cargado con un préstamo a 30 años. Un estudio en el Trastevere. Vuelve al redil. 


Toni, vigile urbano, dice ai turisti: “Roma è una giungla, in tanti si perdono”. Ma non è il traffico. Pensa al figlio, eroinomane, morto nel ’90.

Toni, guardia urbano, dice a los turistas: “Roma es una jungla, son tantos los que se pierden”. Pero no es el tráfico. Piensa en el hijo, heroinómano, muerto en el 90. 




Trad. de B.M.

La violencia no se ha dormido, solo se ha cambiado de zapatos



La violencia está a veces sobre la mesa donde espera el desayuno, en la barra de pan que mordisquea un carpintero, en la copa de aguardiente que traga el policía. La violencia silba todos los himnos. La violencia no dormía antes de la guerra y no se ha dormido después, solo se ha cambiado de zapatos. 

Un himno se repite hasta abrirse paso por las ventanas del colegio. El país es una gran casa, explica la profesora de espaldas a un mapa de Rumanía. A los rumanos no les agradan los alemanes. En esta novela parece como si la minoría alemana fuera la espuma de cerveza que queda entre los dedos del borracho rumano, que sin duda lo sabe y se los limpia. 

Entramos de puntillas en un pueblo sin nombre. Hay pequeñas historias que crecen rápido como charcos bajo la lluvia y que van dejando en los personajes socavones, enfermedades y cicatrices.

De eso nos habla, sin levantar nunca la voz, Herta Müller, tirando de frases cortas y áridas, seccionando la novela en cuadros breves, arriesgando unas pocas metáforas que airean las habitaciones de la lectura.

Herta Müller cuenta la historia de Windisch, de su mujer Katharina y su hija Amalie, pero también siembra a su alrededor leyendas insuficientes, conversaciones que no parecen acabar, fotografías borrosas que se entrecruzan y terminan por formar un mismo barro.

El hombre es un gran faisán en el mundo es una historia sin fechas ni desfiles, sin masacres ni grandes nombres uniformados, sin carros de combate y sin fanfarrias, es la historia en voz baja, la historia de los que no tienen nombre, de lo que ocurre cuando no ocurre nada. 

Casi todo sucede en silencio, a puerta cerrada, bajo la luz indigente de una lámpara de petróleo. Una larga espera trepa por las paredes de las casas, avanza por la mesa, abre la puerta, sale a la calle y da unos pasos hasta que el frío la hunde. 

Todos esperan los pasaportes para emigrar. No viven, solo esperan. A veces se trabaja por casi nada mientras se espera. A veces hay que hacer cualquier cosa para que lleguen. Por eso Amalie se prostituye, para dejar de esperar. 

La prosa de Müller a veces resulta tan fría y seca que uno tiene la sensación de estar caminando sobre un cascajal helado. Las palabras no brillan aquí, solo pesan y cortan. 

Una de las mejores páginas del libro es la dedicada a la madre de Amalie, Katharina. Tras la guerra fue deportada a Rusia e internada en un campo de trabajo. Pronto le crecieron ratas en el estómago. El frío congelaba la hierba y apenas podía levantar la pala con carbón. El hambre se podía contar por nevadas. Como las ratas del estómago no duermen, Katharina buscaba por la noche otra barraca, un cuerpo de guardián, de capataz o de médico. Así fue como Katharina pudo cambiar su sopa de hierbas por pan con azúcar. Así pasaron las nevadas, las ratas del estómago se durmieron y llegó el tren que la devolvió a casa.

Al fin, tras la humillación, llegan los pasaportes, pero quienes suben al tren llevan un fardo invisible a sus espaldas.

Los personajes de esta novela viven en un pozo. Para salir no deben luchar, tampoco quejarse. Si quieren escapar deben morir o someterse. Es el pozo que cavó Ceaucescu. 



El hombre es un gran faisán en el mundo (Siruela, 2009), de Herta Müller. 
Traducción de Juan José del Solar


Foto: David Alonso