Mudo



Saber algo y no decirlo, y seguir cabizbajo tu camino. Esperar en la larga cola durante horas, y que uno tras otro se vayan colando los que estaban detrás de ti, sin pedirte nunca permiso, sin que tú pronuncies una sola queja, esperando una dignidad que no puede llegar. Desear escapar de tu puesto de trabajo, pero no moverte del sitio, sentado frente a tu ordenador ocho horas al día, con quince minutos para desayunar solo en la cafetería de la esquina. Allí te espera el mismo cortado todos los días, y con él dialogas en silencio en un idioma invisible. Saber que todo será igual y que no hay remedio, y salir a la calle y que todo nos resulte lejano e intacto, como si volviéramos a la vida después de muchos años. Quizá nuestra labor consista en saber disfrutar de esta locura, en aprender a desaparecer mientras sonreímos, en aprender a gritar en silencio.



¿Sería eso en lo que pensaba Fabio Montes cuando escribió su poema titulado “Mudo”? No lo sé, pero me gusta pensar que fue así. La verdad es que nunca le entendí del todo. Aquí os dejo su poema.





MUDO


Como nunca tengo nada que hacer
que merezca un esfuerzo,
me bajé a la calle a morir despierto.


La tarde no era de nadie,
no tenía codicia ni amargor,
era una sábana blanca, limpia, irisada,
casi era mentira que fuera tarde.

Le dio a los pies por caminar
y me fui con ellos, no sé dónde,
y dejé que ellos hicieran el viaje.

La ronda acabó pronto
en el café de siempre, solo,
con mi rostro reflejado en el cristal de la ventana,


fantasma silencioso
que sólo comprende algo
cuando está a punto de ignorarlo todo,

preparado ya para desaparecer sin queja,
con la boca muy abierta,
como en un grito,
pero mudo al fin.



5 comentarios:

  1. Es un mal asunto no poder hablar, no poder expresar lo que uno sabe y quizá debería contar. En todo caso sólo la propia voluntad del individuo puede guiarle, un tono triste el tuyo, Bruno.

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  2. Creo que todos nos hemos visto con esa mueca mientras movemos mecánicamente con la cucharilla el café.

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  3. Gracias por el adelanto. Me ha gustado, me da la impresión de que hay un tono, una atmósfera distinta a los poemas de tus otros dos libros: me gusta ese cambio.

    La verdad es que estoy al acecho: cada cierto tiempo me paso por la página de La Palma a ver si pasa de la sección "próximos" a la de "novedades"...jaja

    (El sábado me llegó "El hombre encuadernado", ya te contaré)

    Un abrazo.

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  4. Aprender a grirar en silencio no sirve más que para dar voz a los que no tienen razón.

    "Mudo al fin" quizás era su anhelo.
    Salut

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  5. ¿Pero somos capaces de aprender a disfrutar de esa locura? Seríamos capaces si no nos hubiésemos planteado esas cuestiones, pero planteándonoslas ya no hay camino de vuelta... si no hay remedio estás perdido, si no encuentras cómo reaccionar estás muerto...

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