Abrir una puerta detrás de Hume



En su Tratado de la naturaleza humana niega Hume la posibilidad de conocer el yo, pues esa idea no se deriva de ninguna impresión. Escribe Hume (lib. I, parte IV, sec. 6): “No puedo atraparme a mí mismo por medio de una percepción.” Y luego añade: “Pero dejando a un lado a algunos metafísicos, puedo aventurarme a afirmar que todos los demás seres humanos no son sino una gavilla o colección de percepciones diferentes, que se suceden entre sí con rapidez inconcebible y están en perpetuo flujo y movimiento.” De esta forma enterró Hume los conceptos de sustancia de los metafísicos y las especulaciones sobre el conocimiento del alma de los teólogos.

En las muchas conversaciones que tuve con Fabio Montes éste aceptaba las conclusiones de Hume, pero a la vez concebía una puerta, una puerta imaginativa, y acaso imaginaria, por la que entrar a un lugar donde explicarnos a nosotros mismos.

Decía Montes que si somos un manojo o colección de percepciones, y esa suma de percepciones, puesto que es cambiante, no puede explicar el yo, quizá sean las percepciones que tenemos de nuestros semejantes, la suma de todas ellas, la que explique y dibuje nuestro rostro.

Esa propuesta tiene algunas implicaciones fabulosas. Implica que sólo podemos conocernos cuando somos capaces de sintetizar el conocimiento que poseemos de los otros. Implica que la palabra semejantes, es un término literal, y que cada persona es todos las personas, y que nuestro yo es universal y común. Implica que para llegar hasta mí tengo que ir por el camino que pasa por ti y por él. Implica también, y quizá ahí se equivoque Montes, que todas nuestras percepciones simples pueden conformar una percepción compleja de la que extraer una conclusión, un dibujo nítido.

No sé si Montes estaba en lo cierto, pero no me desagrada pensar que el único método para entrever lo que soy pasa por comprender a los otros.

5 comentarios:

  1. El habría no lo acabo de comprender,igual es por las deshoras,sabes que hemos coincidido mientras escribía mi entrada?
    Me hubiera gustado contarte lo mucho que comulgo con Montes, con la comprensión en los otros para llegar a nuestro camino, para perdonarnos, para poder vivir en paz con nuestra especie.
    Sabes? ayer tarde entré para dejarte un mensaje, una especie de mensaje protector, de esos de qué tengas suerte o un buen día, pensando en tu presentación y me cercioré de que era hoy, cosas de las prisas y de la naturaleza imperfecta que nos acompaña.
    Hoy sí, te deseo una espléndida tarde.

    PD.Un abrazo Monteano y Humeniano, como sigas así me voy a vivir a las islas sólo para escucharte, con dos metros de arena tengo suficiente para pernoctar.

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  2. Te voy a hacer un regalo, Bruno. Es un vídeo de un amigo poeta costarricense, Diego Mora, elaborado de forma simple cuyo fuerte es su lectura de un poema tan amado por ti de Pessoa... No te lo desvelo. Cierra los ojos y escucha... Pero primero copia y pega (espero que funcione)
    http://www.facebook.com/video/video.php?v=1069348169724&ref=nf

    AJP

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  3. Sólo encuentro una objeción, una objeción moral en parte, al razonamiento de Montes. Si nos reconocemos en los otros, si son los otros los que nos muestran en última instancia lo que no podemos comprender de nosotros mismos... ¿dónde queda aquello que nos hace esencialmente únicos?

    Aunque el dibujo de cada rostro fuera diferente del resto, por el solo hecho de aunar una serie de características creo que comunes, ¿no obtendríamos una imagen demasiado similar en todos los casos?

    Esencialmente humana, sí.

    Pero puestos a creer en lo que somos, ¿por qué no suponer que nuestra naturaleza es infinita en tanto que ese dibujo no deja de fluir, de cambiar, de adaptarse a una realidad que tampoco podemos definir con un número exacto de rostros? Un hombre es todos los hombres. Y quizá al decir "todos los hombres", hablemos de la cifra que no podemos abarcar más que suponiendo que cada uno de nosotros es esa unidad de potencial infinito que sólo deja de fluir cuando encuentra la eternidad.

    Yo no sé si puede haber semejanza entre seres que a ratos parecen infinitos inexactos. Pero me gusta pensar que puede haberla. Pese a tanta incertidumbre, o debido precisamente a ella, a mi también me gustaría creer que no estamos tan lejos los unos de los otros, que no somos de ningún modo extraños en ninguna de nuestras esperanzas.

    Un abrazo....

    D.

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  4. Me da que el enlace llegó fallido, ¿verdad bruno? Lo siento.
    Prueba éste: http://www.facebook.com/video/video.php?v=1069348169724

    AJP

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  5. Gracias a todos por la visita, los ánimos y las discrepancias.

    No alcanzo a abrir ese archivo, Antonio. Quizá por otro medio (e-mail), consiga ver tu regalo.

    Un abrazo a todos

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