Fin de partida





El egoísta sabe reconocer su estupidez entre la multitud.


La matanza, esa sección del balance contable.


Al banquero no le bastan los clientes, necesita rehenes.


Dice que Beckett es absurdo, que sus personajes deliran, que su prosa enferma. No quiere que le hable de Fin de partida. Prefiere hablar solo. Luego llama a Clov. Nadie acude. Mira dentro de los cubos de basura. No ve a sus padres dentro. Una pena, piensa. Escribe mensajes. Se toma una foto y la publica. Sonríe. Pronto tendrá una teoría que defender. Es verdad, amigo, Beckett es absurdo: nadie nos retrató con tanta precisión.


No le ayudéis. Ya se hunde solo.


La calle está llena de cadáveres ocupadísimos. Los niños que fuimos nos observan aterrorizados desde algún lugar del pasado.


Vive en promoción perpetua de su obra. Otro escritor de raza.


Me busco sin éxito en los rostros ajenos, pero han pasado tantos años que temo no haberme reconocido.


1 comentario:

  1. Ayer se cayeron WhatsApp, Instagram y Facebook; escribiré un carta a mi psicoanalista.

    ResponderEliminar