Frágil cordura



Cada día escuchamos el sumario de nuestras miserias, la contabilidad de la estupidez humana. Es un recuento atroz, pero no falso.

Cada día vemos a la abundancia paseándose frente a un coro de necesitados, vemos el éxito del totalitarismo, los orgullosos herederos de la violencia, las leyes que parecen escritas por un demente, los disfraces de la avaricia, el chantaje entendido como una de las Bellas Artes, la normalización de la mentira, ese azar al que llamamos justicia, los fanáticos recorriendo triunfales la calle de Dios que lleva hacia la nada, los dictadores cuya sonrisa hace estremecer al niño uniformado que aplaude en la gran plaza, el pánico que nos convierte a todos en policías, el hijo que acuchilló a su madre, el ciclo perpetuo de la venganza, la caricia que recibió como respuesta un disparo, el disparo que valió una pena de muerte, las dos lápidas que dialogan mientras el frío acosa a los cipreses del cementerio.

Ese recuento es atroz y es verdad. No debemos ignorarlo, porque muestra una parte de nuestra condición.

Pero basta un libro, unas palabras exactas y felices, para entender por qué seguimos, a pesar de todo, jugando a la vida. Releo un poema de Eugénio de Andrade, “El lugar más cercano”. Al portugués le bastan cuatro versos para fundar una esperanza.

El cuerpo nunca es triste;
el cuerpo es el lugar
más cercano donde la luz canta.
Es en el alma donde la muerte hace la casa.

Está incluido en su libro Oficio de paciencia.

Luego termino de leer Hero y Leandro de Christopher Marlowe, en la cuidada versión en endecasílabos blancos de Antonio Rivero Taravillo. También en Marlowe encuentro un refugio que tiene el aspecto de un sueño inacabado.

Más tarde busco otra medicina en un libro de Robert Lowell, un poema titulado “En venta”, donde habla de la vieja casa de sus padres, de su muebles que esperan de puntillas la mudanza. Allí también nos dice que la casa fue puesta en venta un mes después de la muerte de su padre. Al final del poema se lee:

Resignada, temerosa
de vivir sola hasta los ochenta años,
mi madre estaba absorta en la ventana,
tal si se hubiera quedado en el tren
una estación después de su destino.

Sí, cada día los mensajeros nos muestran la locura del mundo, los cristales rotos por la acera, la maleta caída, ya para siempre sola, junto a un cuerpo anónimo.

Para resistir sólo nos queda la belleza, su frágil cordura, su cuerpo bajo el sol.

7 comentarios:

  1. Impresionante prosa, Bruno; enhorabuena y gracias.

    Por cierto, que tengas un año fructífero.

    Abrazos.

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  2. Algún día me gustaría leer en papel todas estas reflexiones que navegan lentamente por tu blog. Estas y, a ser posible, algunas más de índole similar.

    Un placer leerte, Bruno, siempre.

    Pd. ¿Te dije que estas navidades pedí, entre otros libros, tu segundo poemario? Aún tengo que releerlo, pero casi juraría que es tan bueno, o mejor, que el primero.

    Un abrazo...

    Y cuídate.

    D.

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  3. También esta entrada, como algunos versos, ayuda a esa resistencia de la frágil cordura.
    Gracias.

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  4. Eres muy generoso, Sergio. Yo también te deseo lo mejor para este año. Un abrazo.

    Gracias, Diego. Sobre ese segundo poemario, yo lo prefiero al primero. Espero que no te defraude.

    Gracias por la visita y por tu palabras, Olga. Un abrazo.

    Y otro para ti, El viejo.

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  5. Hola de nuevo Julio, perdón, quise decir Bruno, fantástica esa primera parte de El hombre...qué rosa, el libro, jajaja, pero me he reído con el inesperado destino del curandero...el centro penitenciario.Ahora cuando salga de la red vuelvo derechita a tu libro, lo recogí este mediodía y después de comer, dispuse de un momento para empezar a abordarlo, genial la enfermedad Bruno, diferente a lo que te he leído, ya sabes que las ficciones de...no lo pude conseguir, así tus poemarios y Argumentos me parecen muy diferentes a éste.Cuando acabe,si creo que puedo contarte algo que valga la pena te envío un mail con lo que me ha parecido.
    También he encontrado curioso que publiques con una editorial que se dedica prácticamente a la psicología, más que nada porque coincide un poco con la temática, por otra parte son muy curiosos los nombres de las editoriales independientes: Lengua de Trapo, Peréntesis, Impedimenta, Noche Polar, en fin...

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  6. Creo que los libros levantan un muro transparente que no nos aísla, sino que nos permite ver con más claridad cuanto ocurre, juzgar y valorar sin el mensaje estridente del sensacionalismo.
    Salut

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