El arte no es un camino de perfección, sino una resistencia a la propia naturaleza. Los errores no van a desaparecer, porque el ser humano mismo es un error. Su destino es la caída, la contorsión y la ficción. Su destino es la vergüenza y la masacre. Estamos obligados a desperdiciarnos. La naturaleza nos entrega un mandato deplorable, y nosotros debemos metamorfosear ese mandato, debemos ir contra nosotros mismos, pero solo podemos hacerlo en muy pequeños ámbitos de nuestra vida: en una partitura, en una película, en un libro, en una fórmula, en una generosidad. Somos lodo, y de ese lodo solo podemos extraer unos pocos miligramos de una sustancia intacta.
*
Lo ausente es aquello que siempre está presente en cada oración, como defendió Blanchot. Lo ausente lo transforma todo, porque todo depende de esa no presencia. El texto gira entonces sobre ese eje que no puede ser expresado, que las palabras no deben tocar, a riesgo de volatilizar el texto mismo.
Las palabras no muestran, esconden. Lo esencial es lo que no puede pronunciarse, lo que no tiene nombre. La literatura solo gravita eso que no puede ser dicho, ese silencio que nos ahoga y nos explica.
Al escribir tanteamos la caída: nos acercamos al borde del precipicio, rodeamos el abismo, nos asomamos al misterio. Solo lo que no se dice, lo que está omitido, es real.
No hay comentarios:
Publicar un comentario