1. Que no te quede ninguna duda: eres un genio. No atiendas a esos rencorosos que te tratan como te mereces.
2. No corrijas tus primeras mil páginas: no vale la pena. Si no encuentras mejoría en el segundo millar de páginas haz como todos: disimula y déjate sepultar por los premios.
3. Todas las drogas ayudan, pero no necesariamente a escribir.
4. No dejes que los elogios te distraigan. Escribe esa trilogía sobre la pobreza que tienes en la mollera, y escríbela a pesar de las terribles condiciones de vida a las que te ha llevado el éxito.
5. Existe preferencia por el pijama a la hora de ponerse a escribir obras maestras.
6. Toda retórica es necesaria, excepto cuando es solo retórica. ¿Quién lo decide? El editor primero: todo libro es innecesario hasta que encuentra un editor. El lector después y siempre: toda lectura íntima es una ejecución pública.
7. No sigas los buenos consejos, aunque sean malintencionados.
8. No leas (no hagas como esa gentuza): podrías descubrir que tu indiscutible originalidad es la última de una larga lista de repeticiones.
9. La paradoja y la verdad se parecen, pero la primera es más necesaria y menos inestable. Esta frase es un buen ejemplo de las torpezas de la segunda.
10. Escucha al desplazado, al dudoso y al equivocado: tienen mucho que enseñarte. Escucha a quien te odia: es un sabio. Escucha a quien no te da la razón: debería ser tu maestro. Escucha esa voz que habla en tu cabeza cuando callas, esa voz que te propone una idea brillante, y recuerda que es una gran mentirosa.
El aprendiz junto a una escritora consagrada