La noche en el zoológico




Caballos varados en una habitación de hotel, hipopótamos con agendas urgentes y seguro dental y barbados psicoanalistas de silencios bien calculados, escarabajos que flotan en una piscina nocturna, entre su desesperación y un gin tonic, cernícalos que rellenan formularios y estudian idiomas asombrosos, tortugas que corren hacia la felicidad, búfalos que dormitan ante el ojo cirrótico de un televisor apagado, serpientes que se entrenan para domesticar su veneno, jóvenes ciervos dispuestos para el soborno, gallos de prosa seminal, delfines que se barnizan el prestigio en el océano de un aula, papagayos perdidos dentro de sí mismos, hienas que nos explican los pasadizos de la ética, moscas atrapadas en el vientre de un atasco, heroicos microbios condecorados, nematelmintos que soportan una refinada educación que no impedirá que parasiten a su anfitrión, cerdos que han comprendido los límites de su voluntad, tiburones cuya buena conciencia nos enternece a todos.

            Larga, interminable es la noche en el zoológico.



Imagen: Bruno Schulz

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