A finales del año pasado preparé una clase sobre el Diario del año de la peste de Daniel Defoe. A todos nos divertía que en pleno siglo XVII la única protección posible fuera la huida o el aislamiento, como en el Medievo. Los londinenses quemaban las ropas y a veces las casas para ahuyentar a la enfermedad, mientras se multiplicaban los falsos remedios y se encerraba a los infectados. Unos meses después de aquella clase somos nosotros el objeto de esa carcajada que regresa desde el pasado. Bienvenidos al siglo XXI.
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La vida social se ha vuelto hacia internet. Quizá pronto lo virtual sea más real que lo real. Algo sólido y protector. Algo natural. Quizá con los años eso que ahora llamamos vida social serán comportamientos detestables, recursos innobles y sucios, propios de gente sin cabeza.
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Solo los milenaristas están reconfortados con esta pandemia: ellos ya lo sabían. En sus mentes se acerca el paraíso sin remedio. Un virus es perfecto para sus ideales, porque es a la vez invisible y omnipresente. Llevaban décadas advirtiéndonos que el fin del mundo se acercaba. Se equivocaron de fecha en varias ocasiones, prometiendo apocalipsis que no llegaron, pero es comprensible, porque la exactitud nunca fue una de sus virtudes. Cada siglo tiene su humor, quizá al nuestro le haya tocado, como al siglo XII de Gioacchino da Fiore, renovar la pamplina profética.
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El confinamiento ha exterminado el futuro y dilatado el presente. Necesitamos la mentalidad del preso: concentrarse en lo diminuto, no pensar más allá de este día, no hacer planes. El futuro se ha convertido en una trampa del pensamiento.
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Hay una pequeña diferencia entre leer una gran distopía y vivirla: la segunda está muy mal narrada.
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Hoy he soñado con museos vacíos, teatros abandonados, cafeterías en ruinas, campus de universidades solo habitadas por el viento y el mosquerío, parques donde solo pasean los mirlos y las cucarachas, ciudades enteras recorridas por el silencio. No he podido despertar.
Magnifico articulo. Si, aquí la distopía habita en algunas mentes claramente distópicas que se mueven en determinados ámbitos de poder.
ResponderEliminarHola. Me han encantado estos textos. Sigo mirando por aquí.
ResponderEliminarUn saludo.
En algún minuto sin respirador pensé que quizá todo fuera un sueño. Compartiendo.
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