Transmutar el silencio



Acaso perseguir una imagen cierta de la condición humana sea como intentar tocar un espejismo. Puede que aquello que buscamos, esa imagen de lo que somos, no sea posible, o solo lo sea indirectamente, como las marcas que deja un coche en el barro, apenas una sugerencia de lo que pudo ser, huellas que describen el peso del vehículo y el dibujo de lo neumáticos, marcas que insinúan la realidad, pero que nunca terminan de ofrecernos una imagen nítida e indudable.

La literatura lleva milenios atareándose en ese viaje indirecto que va de la simple huella en la tierra al paso elástico del leopardo, de las marcas que dejan unos pies en la arena hasta la persona que huye y cuyo nombre ignoramos, desde las gotas de sangre en una pared hasta la escena completa de un crimen. Puede que ese sea el centro de nuestro oficio: intentar reconstruir el mundo a través de materiales escasos, llenar de significado las ausencias, transmutar el silencio en música.

 

Imagen: Damián Borges

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